Foto: Universidad de Cartagena

En Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, el golfo de Morrosquillo y la bahía de Cispatá, el mar es vida: alimenta a miles de familias pescadoras, sostiene el turismo y es motor del comercio portuario. Sin embargo, bajo sus aguas se esconde una amenaza silenciosa: los compuestos organoestánnicos (COEs), químicos utilizados durante décadas en pinturas antiincrustantes para barcos que están envenenando nuestros ecosistemas marinos.

Estos productos fueron diseñados para evitar que algas y moluscos se adhirieran a los cascos de las embarcaciones, pero resultaron ser tan tóxicos que muchos países los prohibieron hace más de 20 años. En Colombia, en cambio, aún no hay una regulación efectiva.

Darío Meza Morelos un becario de MinCiencias y estudiante del Doctorado en Ciencias de la Universidad de Cartagena, perteneciente al Grupo Investigación Química y Medio Ambiente (GIQMA), bajo la dirección del profesor Boris Johnson Restrepo, desarrolló como tesis doctoral el primer estudio integral en Colombia que evalúa la presencia de los compuestos organoestánnicos en sedimentos y en caracoles marinos (gasterópodos), organismos altamente sensibles a la contaminación química, los resultados son preocupantes.

Unicartagena pone la lupa en las bahías

Las muestras fueron recolectadas en bahías, puertos y zonas de actividad industrial y turística. Mediante técnicas cromatográficas avanzadas identificando compuestos como: Monobutilestaño (MBT), Dibutilestaño (DBT), Tributilestaño (TBT), Monofenilestaño (MPhT), Difenilestaño (DPhT) y Trifenilestaño (TPhT).

La investigación halló, además, la presencia de cuatro biocidas de refuerzo: Diuron, Irgarol, DCOIT y Diclofuanida, sustancias químicas que se utilizan para complementar o reemplazar biocidas más antiguos, a menudo en pinturas antiincrustantes, para controlar el crecimiento de organismos marinos.

El resultado fue contundente, se detectaron niveles de TBT en sedimentos en Cartagena: La Bodeguita (170.4 ng Sn g⁻¹) y Manga (117.1 ng Sn g⁻¹), el golfo de Morrosquillo: Bahía de Cispatá (85.8 ng Sn g⁻¹), que superan ampliamente los valores de referencia internacionales de la Comisión OSPAR (10 ng Sn g⁻¹) para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico Nordeste, lo que significa riesgo ecológico real.

Impacto en los ecosistemas y la salud humana

Uno de los hallazgos más alarmantes fue la presencia del fenómeno conocido como imposex, que ocurre cuando hembras de caracoles desarrollan órganos sexuales masculinos debido a la exposición a TBT por su efecto de disrupción endocrino. Esto no solo amenaza la reproducción de estas especies, sino que también refleja el nivel de degradación ambiental al que están expuestas las bahías.

La contaminación por COEs no se queda en el mar. Estos compuestos se bioacumulan en tejidos de moluscos y peces, y al ser consumidos, pueden entrar en la cadena alimenticia y llegar hasta los humanos. En comunidades costeras donde el consumo de mariscos es parte fundamental de la dieta, este fenómeno puede representar un riesgo para la salud pública. Estudios internacionales han demostrado que los organoestánnicos pueden alterar el sistema endocrino y afectar la fertilidad en organismos expuestos.

Cartagena: el puerto más grande de Colombia, también el más vulnerable

Foto: Universidad de Cartagena

Cartagena es hoy uno de los principales puertos de Latinoamérica, cada día arriban decenas de buques de carga, cruceros y embarcaciones pesqueras. Pero esa misma actividad que mueve la economía está dejando huellas químicas en el mar.

Los resultados muestran que las bahías, zonas portuarias e industriales de Cartagena presentan concentraciones de estos compuestos que ponen a la ciudad al nivel de otros puertos de EE.UU., Asia y Europa altamente contaminados.

Para contrarrestar los impactos, el investigador Darío Meza Morelos, propone: prohibir definitivamente las pinturas con organoestánnicos en Colombia, siguiendo la regulación de la Organización Marítima Internacional (OMI); implementar programas de monitoreo ambiental en puertos y bahías del Caribe colombiano, fomentar el uso de alternativas menos tóxicas, como biocidas de refuerzo más amigables con el ambiente y educar a las comunidades costeras sobre los riesgos de consumir especies contaminadas.

La tesis doctoral “Bioacumulación de compuestos organoestánnicos e imposex en gasterópodos de la costa Caribe de Colombia”, desarrollada en la Universidad de Cartagena, lo demuestra, los compuestos organoestánnicos están presentes, afectan la biodiversidad y pueden impactar altamente la salud humana.

Con esta investigación, la institución hace un llamado a las autoridades distritales y nacionales para fortalecer la regulación y el monitoreo de estas sustancias, y tomar medidas pertinentes orientadas a proteger el equilibrio de los ecosistemas marinos y la salud pública; a su vez, refuerza su rol investigador y su compromiso con la generación de conocimiento científico al servicio del desarrollo sostenible del Caribe colombiano.