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Foto: Universidad de Cartagena |
Así lo evidencia el Censo de Población y Vivienda de Getsemaní 2025, una investigación desarrollada por el Instituto de Políticas Públicas Regional y de Gobierno (IPREG) de la Universidad de Cartagena, que constituye el primer diagnóstico integral del barrio en más de una década. Los resultados muestran una realidad preocupante: actualmente residen solo 448 personas en 171 hogares, frente a las 5.378 registradas en 2005.
Este ejercicio, liderado por la Unicartagena, contó con la participación activa de la comunidad y de la Junta de Acción Comunal de Getsemaní, lo que permitió no solo recopilar datos demográficos, sociales y económicos, sino también integrar la voz de los habitantes en el diagnóstico. El estudio se convierte así en un insumo estratégico para la formulación de políticas públicas que equilibren el desarrollo turístico con la permanencia de los pobladores tradicionales.
Getsemaní enfrenta hoy una problemática presente en diversos centros históricos a nivel global: la gentrificación, que expulsa a sus pobladores tradicionales debido al alza en los costos de vida y la presión inmobiliaria; y la turistificación, que reconfigura el barrio como un escenario diseñado principalmente para visitantes, donde proliferan hoteles, restaurantes y comercios. Estas dos dinámicas, que avanzan rápidamente, no solo transforman la economía local, sino que también rompen los vínculos comunitarios que le dieron identidad al barrio.
En este contexto, los resultados del estudio permiten poner cifras concretas a realidades que se percibían mediante observaciones aisladas y ofrecer insumos para debatir cómo equilibrar el desarrollo turístico y la permanencia comunitaria.
Un barrio envejecido y con menos niños
El censo revela que Getsemaní no solo está perdiendo población, sino que también atraviesa un proceso acelerado de envejecimiento demográfico. Actualmente, el 33,6% de los residentes son adultos mayores, mientras que los niños y niñas de primera infancia apenas representan el 1,4% de la población total.
Según Rosaura Arrieta Flórez, coordinadora de la investigación, este patrón refleja una ruptura generacional: “El barrio se está quedando sin niños, sin jóvenes y sin familias nuevas que aseguren su continuidad cultural. Es una señal clara de que la vida comunitaria se está desdibujando, dando paso a un territorio pensado más para el turismo que para la residencia”.
La diáspora getsemanicense: un barrio que persiste en la memoria
El censo incluyó también como componente innovador el estudio de la diáspora getsemanicense, es decir, las personas que nacieron o crecieron en el barrio, pero que tuvieron que abandonarlo debido al aumento del costo de vida, la presión inmobiliaria y las transformaciones urbanas.
En total, se encuestaron 294 personas de la diáspora, de las cuales el 93% aún vive en Cartagena, y un alto porcentaje se concentra en barrios cercanos que les faciliten la movilidad entre su nuevo lugar de residencia y Getsemaní, lo que evidencia que la expulsión del barrio no implica un desarraigo total. Por el contrario, la mayoría mantiene fuertes vínculos afectivos y comunitarios con Getsemaní, así como el desarrollo de sus actividades económicas. “Lo que vemos es que Getsemaní no desaparece del todo: se fragmenta. La gente sigue sintiéndose parte del barrio aunque ya no lo habite físicamente. Esa identidad colectiva es uno de los mayores patrimonios que tiene la ciudad”, señaló Arrieta.
El reconocimiento de la diáspora constituye, para la Universidad de Cartagena, una aportación inédita al estudio de las dinámicas urbanas, pues permite comprender cómo la comunidad se reorganiza más allá de los límites territoriales del barrio.
Condiciones de vida y retos de habitabilidad
Otro hallazgo central del estudio tiene que ver con la calidad de vida de quienes aún residen en Getsemaní. El censo identificó que el 29,8% de los hogares presenta carencias en acceso a servicios básicos (agua potable, alcantarillado, energía eléctrica o internet). Además, el 33,3% de los hogares vive en condiciones de cohabitación, lo que genera hacinamiento y disminuye la calidad habitacional.
Un dato especialmente preocupante es que el 32% de los residentes que piensa mudarse lo hace por el alto costo de vida, lo que refuerza la idea de que el barrio resulta cada vez más expulsivo para sus pobladores históricos. Estos datos, sistematizados por la Universidad de Cartagena, constituyen un llamado de atención para que la política urbana incorpore la dimensión social y no limite el desarrollo de Getsemaní a la explotación turística y comercial.
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Foto: Universidad de Cartagena |
Una oportunidad estratégica
El balance del IPREG es claro: Getsemaní enfrenta un progresivo vaciamiento poblacional, acompañado de procesos de gentrificación y turistificación que debilitan los vínculos de vecindad, la vida comunitaria y la transmisión cultural.
Sin embargo, la investigación también resalta una oportunidad estratégica para Cartagena: aprovechar la información del censo como base para construir políticas públicas participativas que equilibren turismo, vivienda, servicios y cultura.
“Getsemaní no puede convertirse en un barrio museo sin habitantes. El gran reto está en articular el turismo, la vivienda y la vida comunitaria para que el barrio siga siendo un lugar vivo, diverso y sostenible”, enfatizó la investigadora Rosaura Arrieta.
El compromiso de la Universidad de Cartagena
La realización de este estudio reafirma el papel de la Universidad de Cartagena como un actor clave en la producción de conocimiento para el desarrollo local y regional. A través de sus institutos de investigación, la institución contribuye a generar insumos rigurosos que orientan la toma de decisiones en torno a los desafíos sociales, económicos y culturales de la ciudad.
En este caso, el trabajo del Instituto de Políticas Públicas Regional y de Gobierno (IPREG) demuestra cómo la investigación académica puede convertirse en una herramienta estratégica para la formulación de políticas públicas inclusivas y la protección del patrimonio vivo.
Con este estudio, el equipo del Instituto de Políticas Públicas Regional y de Gobierno no solo entrega un diagnóstico preciso, sino que también plantean un horizonte de acción para que Getsemaní siga siendo un territorio de vida y cultura, y no únicamente un escenario turístico.