Foto: Universidad de Cartagena
  • Sin monitoreo, mantenimiento y cultura ciudadana, las obras pueden perder su efectividad en pocos años.
  • El sistema de drenaje está en proceso de culminación, pero ya opera de manera parcial y efectiva. 
Cartagena enfrenta uno de sus mayores desafíos ambientales: los impactos del cambio climático afectando los niveles del mar y/o, afectaciones antrópicas por el peso de las edificaciones que puede producir el hundimiento del suelo, por compactación, fenómenos que aceleran la erosión costera. La capital de Bolívar, rodeada por el mar Caribe y sostenida sobre una bahía interna de 84 km², hace siete años fue declarada en calamidad pública, por lo que emprendió un plan de acción para contener el avance del mar y proteger su territorio.

Hoy, a tres años de haber iniciado las obras físicas del Proyecto de Protección Costera, la evidencia es irrefutable: las estructuras diseñadas por el Instituto de Hidráulica y Saneamiento Ambiental de la Universidad de Cartagena funcionan. Eventos como marejadas y temporadas de mar de leva han puesto a prueba el sistema, confirmando su efectividad para salvaguardar las playas y las vías de Bocagrande y Marbella.

Sin embargo, advierte Alfonso Arrieta Pastrana, director del Instituto y líder del diseño, el éxito del proyecto no termina con la entrega de las obras y el verdadero reto es su mantenimiento continuo.

Recomendaciones para la efectividad del Proyecto

Aunque la ciudad ha dado un paso decisivo para enfrentar los desafíos del cambio climático, el mensaje de Arrieta Pastrana es claro: sin monitoreo, mantenimiento y cultura de cuidado, las obras pueden perder su efectividad en pocos años.

Monitoreo continuo

El principal aspecto que destaca el docente investigador es que el monitoreo permanente es clave para garantizar la efectividad del proyecto, siendo enfático en que las estructuras no pueden abandonarse una vez finalizadas.

“Hay que seguir midiendo periódicamente las condiciones de la playa, el oleaje, las corrientes y el transporte de sedimentos. No es un monitoreo aleatorio, debe ser sistemático, al menos una vez al mes, ojalá cada 15 días”, explica. El seguimiento constante permitirá anticipar desgastes, fallas, interpretar datos y aplicar correctivos antes de que los cambios naturales de la dinámica marina comprometan la estabilidad de las playas.

Actividad de estaciones de bombeo

Otro de los puntos críticos está en las estaciones de bombeo del sistema de drenaje pluvial, diseñadas para evacuar el agua de lluvias extremas. Estas bombas funcionan solo en episodios de precipitación severa, pero su inactividad es un riesgo.

“Si no se prenden periódicamente, se pegan, se oxidan y se dañan. En verano hay que ponerlas a funcionar cada semana o cada 15 días, aunque no llueva, para mantener el sistema lubricado y operativo”, advierte el experto.

El diseño contempla incluso un sistema de llenado con agua de mar para estas pruebas de funcionamiento, garantizando que los equipos puedan activarse aun en ausencia de lluvias.

Responsabilidad Distrito - ciudadanía

Aunque el Instituto de Hidráulica y Saneamiento Ambiental entregó un diseño robusto, el mantenimiento exige asignación de recursos periódicos para reparaciones, reposición de rocas en los espolones y operación de las bombas.

Alfonso Arrieta sugiere, además, la designación de una organización o entidad con experiencia en sistemas de bombeo, para ejercer el rol de operador del drenaje una vez culminen las obras. Sin embargo, mientras se define un operador definitivo, el constructor debería encargarse de la operación durante el primer año, asegurando que el sistema funcione correctamente desde su puesta en marcha.

El investigador también hace un llamado a la ciudadanía a respetar las señalizaciones, evitar bañarse cerca de los espolones y comprender que las playas son dinámicas, con ciclos de pérdida y ganancia de arena, siendo la conciencia ciudadana un eje fundamental para la seguridad y la preservación del proyecto.

Un impacto que trasciende la ingeniería

Más allá de su valor técnico, el Proyecto de Protección Costera es una inversión en calidad de vida, turismo y desarrollo urbano que el Distrito de Cartagena continúa fortaleciendo. Entre las novedades más destacadas se encuentran la instalación de una batería de baños públicos y una infraestructura pensada para complementar la oferta lúdica brindando mayor comodidad a residentes y visitantes.

Este equipamiento se suma a la recuperación de amplios espacios de arena, senderos peatonales y zonas de recreación que consolidan a Bocagrande y Marbella como escenarios de turismo y convivencia segura.

En paralelo, el sistema de drenaje pluvial, aunque aún está en proceso de culminación, ya opera de manera parcial y efectiva, evitando las inundaciones históricas que afectaban los sectores críticos. Este avance demuestra la funcionalidad progresiva del proyecto. La articulación entre el Distrito, la Universidad de Cartagena y los operadores técnicos garantiza que cada etapa se traduzca en beneficios tangibles para la comunidad y en una Cartagena más resiliente frente a los retos del cambio climático.